LA SITUACIÓN DE LA POBLACIÓN RUSA EN LETONIA: UN RESUMEN HISTÓRICO DESDE LA PERSPECTIVA DE LAS POLÍTICAS NACIONALES HACIA LA LEGISLACIÓN INTERNACIONAL DE DERECHOS HUMANOS
Autor: Juan F. Dávila y Verdin, FRSA
Traducido al español por Silvana Gordillo González
Introducción
El artículo 15 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptada en diciembre de 1948 reza que ‘todas las personas tienen derecho a una nacionalidad, y que ‘a nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a cambiar de nacionalidad. Sin embargo, en 2021, miles de personas aún viven en la Unión Europea sin acceso al reconocimiento de este derecho. Este ensayo se enfoca en el caso de la minoría rusa en Letonia.
Según información oficial publicada por el gobierno de Letonia, hay aproximadamente 520.000 rusos letones (cifra registrada en 2014) viviendo en un país en el que no son ciudadanos. Esto significa que, por ejemplo, aunque ellos han habitado allí por varias generaciones, no tienen acceso a un pasaporte letón. Más recientemente, en 2020, la Oficina Central de Estadística de Letonia ha informado a la Unión Europea que los rusos letones son la minoría más significativa que habita en el país, representando un 25.4% del total de la población.
El gobierno de Letonia reconoce que este es un tema conocido y planteado frecuentemente. No obstante, su contraargumento radica en que las cifras han cambiado considerablemente desde 1989 cuando el país se independizó de la antigua Unión Soviética. En ese tiempo, la comunidad ruso letona era 42.5% más numerosa, conformada por 905.515 personas,y ha decrecido continuamente desde entonces. Sin embargo, el gobierno insiste en el hecho de que “dado que los no ciudadanos disfrutan de los mismos derechos que los ciudadanos en el plano social y económico, el proceso de naturalización se ha ralentizado”.
CONCEPTUALIZACIÓN DEL MARCO
Para contextualizar objetivamente algunos hechos históricos relacionados con la historia letona, para el propósito de este ensayo, una primera mirada surge de la información disponible en inglés, publicada por ejemplo en los informes de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR),la Unión Europea y el Gobierno de Letonia. Sin embargo, estas fuentes deben ser contrastadas con informes publicados por organizaciones internacionales no gubernamentales especializadas en derechos humanos, editoriales, trabajos de investigación académica e información publicada en la prensa internacional.
Además, considerando la complejidad del caso, también es necesario resaltar dos conceptos críticos según el derecho internacional. Esos conceptos son ciudadanía y soberanía. Por lo tanto, un individuo es considerado ciudadano bajo los términos establecidos por los instrumentos legales del Estado relacionados con la nacionalidad, bien sea que el Estado opte por adoptar administrativamente el principio de ius soli, ius sanguinis o una combinación de ambos. De todos modos, los procedimientos que definen quién es un ciudadano y quién no son determinados siguiendo la ley.
Desde la Antigua Grecia, el concepto de ciudadanía ha sido asociado con los derechos y deberes que tiene un individuo frente al Estado. Entre esos derechos y deberes, se puede mencionar el derecho al voto, a elegir representantes del gobierno, al acceso a educación de calidad, a servicios de salud o empleo, y los deberes de pago de impuestos o prestar el servicio militar.
Además, aquel que no pueda cumplir los prerrequisitos para ser ciudadano del país de nacimiento y no tiene posesión o no tiene acceso a la ciudadanía de algún otro país ciudadano es llamado apátrida o extranjero. El artículo 1 de la Convención de las Naciones Unidas de 1954 sobre el Estatuto de los Apátridas define a un apátrida como “toda persona que no es considerada como nacional suyo por ningún Estado, conforme a su legislación”.
En el caso de Letonia, la legislación diseñada y adoptada después de la independencia de la URSS ha dejado de lado una porción considerable de la población, incluyendo la minoría de habla rusa, que en el recién creado Estado letón se convirtió en apátrida.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Según el Proyecto Minorías en Riesgo (MAR, por sus siglas en inglés),después de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética promovió la industrialización en los Bálticos (Letonia, Estonia y Lituania) que activó un proceso de migración masiva de trabajadores rusos y sus familias. Para la década de 1980, muchas grandes ciudades en Letonia cambiaron así mayorías no letonas.
Con la desintegración de la Unión Soviética, Letonia logró retomar su independencia y, en septiembre de 1991se unió a las Naciones Unidas. En julio de 1992, el parlamento letón reinstauró la vieja constitución de 1922, agregando un suplemento constitucional.
Durante estos primeros años de independencia, el gobierno recién establecido de Letonia tuvo el doble desafío de establecer y preservar sus instituciones republicanas mientras se enfrentaba al gobierno de la Federación Rusa (el estado sucesor de la Unión Soviética) sobre el retiro de las tropas rusas del territorio letón. Las primeras elecciones nacionales hechas en Letonia se llevaron a cabo en este particular contexto en julio de 1993. De acuerdo con MAR, entre 66% y 75% de la población que vivía en Letonia en ese momento estaba calificada para votar. La gran mayoría de los que no podían votar eran rusos letones.
Nuevamente, según fuentes de MAR,en 1994, los gobiernos de Letonia y Rusia llegaron al acuerdo de retirar las tropas restantes, lo que también cubría los derechos de la minoría rusa residente en el país báltico. Más tarde ese mismo año, se aprobó una nueva Ley de Ciudadanía Letona, que introdujo cuotas para la naturalización de minorías. Se fijaron en 230.000 nuevos ciudadanos para el año 2000. En este contexto, al resto de inmigrantes no ciudadanos se les prohibió asumir derechos y obligaciones cívicas, como la imposibilidad de votar, asumir cargos políticos o adquirir propiedades.
El año siguiente, en febrero de 1995, Letonia se convirtió en el Estadoth miembro número 34 del Consejo Europeo.Es más, presentó su aplicación para unirse a la Unión Europea meses más tarde, en octubre de 1995. El país inició un proceso largo y complejo de evaluación técnica y de estandarización de las instituciones que concluyó con un referendo en Letonia en 2003 para votar sobre la incorporación del país a la Unión Europea.
Aunque la Comisión Europea estaba al tanto de la situación de la minoría ruso letona, el hecho de que ellos no fueran reconocidos como ciudadanos letones no les permitió participar en el referendo[1][1]. De todos modos, el 1 de enero de 2004, Letonia se convirtió en un uno de los diez países que unieron al Bloque Europeo (de los cuales siete eran ya parte del Bloque del Este). Paralelamente, Letonia comenzó el proceso para unirse a la OTAN,que finalmente se concretó también en 2004.
Unirse a estas tres organizaciones representó un cambio radical para Letonia y un giro hacia occidente para un país que hacía solo unos años atrás formaba parte de la Unión Soviética, en un mundo dividido por una guerra fría. Si la situación de los no ciudadanos finalmente no fue un problema significativo para que Letonia se uniera a estas y otras organizaciones internacionales, el problema de hecho comenzó a tener visibilidad internacional.
Más recientemente, mientras las confrontaciones diplomáticas entre Letonia y Rusia continúan en foros internacionales, Rusia asegura que Letonia no respeta los derechos de los rusos que habitan en ese país[2]Mientras que Letonia acusa a Rusia de intervencionismo, el discurso dado en septiembre de 2014, en la 69º sesión deth la Asamblea General de las Naciones Unidas, por el señor Andris Bÿrzinÿ, Presidente de Letonia,es un gran ejemplo de dicha acusación.
Es, por lo tanto, interesante tratar de entender el miedo colectivo que suscita la posibilidad de que los rusos letones pudieran acceder a la ciudadanía plena. Letonia no es el único país que experimenta estos desafíos, ya que los países bálticos adyacentes expresan la misma preocupación. La explicación más lógica puede encontrarse evitando la “rusificación” del país, una comunidad tradicionalmente e históricamente marginada bajo la influencia de un vecino muy poderoso.
LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA MINORÍA RUSA EN LETONIA
El Informe Mundial 2018 publicado sobre la Unión Europea por la organización internacional no gubernamental Human Rights Watch coincidió con antiguos informes de la ACNUR, los cuales expresaron que Letonia “progresó poco en la reducción de su población apátrida (sic).”
Aún así, según fuentes de Human Rights Watch, parece que la organización reportó que el parlamento letón rechazó una propuesta presentada por el presidente para modificar la actual ley de ciudadanía. La propuesta tenía como objetivo otorgar automáticamente la ciudadanía letona a todos los niños nacidos en Letonia. También, el Estado letón continúa imponiendo multas a los individuos que no utilizan el idioma letón en sus comunicaciones profesionales.
En consecuencia, la minoría rusa en Letonia, insatisfecha por su condición marginada, ha emprendido acciones para obtener visibilidad a nivel internacional y presionar al gobierno letón para obtener mejores derechos.
UNA BREVE COMPARACIÓN CON OTROS CASOS SIMILARES
Cuando se analiza el caso de Letonia, no se puede olvidar que cuando la URSS colapsó, muchos otros países emergieron y algunos de esos nuevos o reestablecidos estados enfrentaron desafíos similares en términos de población rusa que vivía en sus territorios.
Con respecto a los estados bálticos, Estonia, Letonia y Lituania enfrentaron procesos similares en paralelo. Los tres países se independizaron de la URSS casi simultáneamente. Los tres estados también se unieron a las Naciones Unidas el mismo día, el 17 de septiembre de 1991.Se unieron a la Unión Europea y a la OTAN juntos en 2004. Sin embargo, en términos de naturalización de los no ciudadanos, los tres países han implementado prácticas y perspectivas diferentes.
Específicamente la situación de la vecina Estonia (un caso comparado frecuentemente con Letonia en términos de la condición de los no ciudadanos) el país, según MAR, reasumió su Ley de Ciudadanía de 1938 en 1991. En ese tiempo la ciudadanía era otorgada a las personas que vivían en Estonia antes de 1940 y a sus descendientes. Esto permitió que 80.000 estonios no étnicos fueran calificados como ciudadanos estonios.Además, desde 1992, los no ciudadanos en Estonia tienen derecho a votar y formar parte de la vida cívica a nivel local (pero no a nivel nacional o europeo).
or lo tanto, el porcentaje de no ciudadanos en Estonia es mucho menor que el Letonia. Según el reporte de 2015 de Amnistía Internacional,que recoge información del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, aproximadamente 6.8% de la población (91.000 personas) son aún apátridas, la mayoría de ellas habla ruso[1]No obstante, más recientemente, en 2020, se lograron más avances, también según ACNUR.Aunque la tasa de naturalización interanual es actualmente baja en Estonia, el gobierno ha abordado parcialmente el problema, especialmente con lo relacionado a la naturalización de los niños.
Mientras tanto, según MAR, los gobiernos lituanos de Lituania y Rusia llegaron a un acuerdo en 1991 que otorgaba la ciudadanía a todos los residentes rusos que habitaran allí desde antes de su firma. En términos prácticos y operativos, la nueva ley de ciudadanía lituana exigía a los inmigrantes llegados al territorio desde 1940 demonstrar dominio del idioma, prueba de residencia de al menos diez años y renunciar a su ciudadanía anterior. Este acuerdo benefició a más del 90% de la minoría ruso lituana..
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
Mantener una población dentro de las fronteras de un Estado no es una solución razonable ni estable, ya que genera problemas y exasperación en ella. Considerando las consecuencias de la actual pandemia global, que abrió interrogantes sobre la capacidad del Estado para acompañar y asistir una población que no está oficialmente reconocida ni registrada y que tampoco tiene acceso pleno a los derechos de salud.Letonia tiene una nueva oportunidad histórica para hacer los cambios necesarios en su ley de ciudadanía para garantizar la nacionalidad a todos los niños nacidos en su territorio. Esto es sin duda un paso esencial en la dirección correcta para acelerar los procesos de naturalización para un porcentaje importante de la población que permanece marginada.
Para evitar cualquier reacción adversa del resto de la población que teme una excesiva influencia rusa, sin duda es necesario articular mecanismos legales adicionales que garanticen la integración efectiva de la población de habla rusa que vive en el país. Después de tres décadas de la independencia letona, un cambio generacional puede también crear soluciones innovadoras a la situación actual.
Por su parte, la Unión Europea puede tanto otorgar incentivos atractivos como aplicar acciones correctivas para asegurar que Letonia mejore efectivamente sus cifras de naturalización.
En conclusión, siendo el Estado, como cualquier otra institución, una construcción humana, el acceso, cumplimiento y protección de los derechos humanos es una construcción permanente sobre la cual debe enfocarse continuamente. No se puede lograr sin apoyo colectivo.
Biografía del autor
Juan Francisco Dávila y VerdinFRSA cursa actualmente el Programa de Maestría en Derecho Internacional y Diplomacia impartida conjuntamente entre la Universidad para la Paz (UPAZ) de las Naciones Unidas y el Instituto de las Naciones Unidas para la Formación Profesional e investigaciones (UNITAR).
Además de ser el fundador y director general de FuturEDuna plataforma de educación virtual creada para contribuir al alcance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, también se desempeña como Consultor Senior de TESH Invest S.A, en donde es miembro de la Junta Directiva. También es miembro de la Junta del prestigioso Instituto Británico San Martín (BSMI), donde dirige Comunicaciones y Eventos.
Políglota, con conocimientos en Finanzas y Administración y más de 10 años de experiencia en Gestión de Proyectos, Juan ha trabajado en escenarios internacionales con empresas públicas, privadas y organizaciones no gubernamentales. Tiene gran conocimiento sobre la estructura organizativa junto con la amplitud y la profundidad de la experiencia internacional, lo que demuestra su gran capacidad para navegar a través de desafíos extraordinarios.
Tiene un MBA y es graduado con honores de la Universidad de Mónaco. Además, tiene un BA (Hons.) en Política Mundial y Relaciones Internacionales de Birkbeck, University of London, y también es Bachiller Universitario en Historia de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), en Argentina. En 2021, fue galardonado como miembro de la prestigiosa Royal Society for Arts, Manufacturers, and Commerce (RSA), y fue elegido como miembro de la Royal Historical Society (RHS) en el Reino Unido.
Recientemente, Juan Dávila y Verdín representó a la Universidad para la Paz de las Naciones Unidas (UPAZ) en la Conferencia de Cambio Climático de la ONU CP26, que se llevó a cabo del 31 de octubre al 12 de noviembre de 2021 en Glasgow, Reino Unido.