Como las Disparidades de Género durante el Genocidio de Ruanda Trasformaron Derechos Humanos Regionales
Autora Ekeoma Ugo Ezeh
Traducido al Español por la Autora
Algo único del genocidio de Ruanda es la manera en que ciudadnos comunes fueron los más involucrados en la violencia. La propaganda, mayormente distribuida a través de la radio y los periódicos, jugó un papel muy grande en el genocidio de Ruanda y su poder de convencer incitó a ruandeses sin afiliación política a tomar armas contra sus vecinos y amigos. En este sentido, el genocidio verdaderamente fue un evento nacional. Teniendo en cuenta la manera en que el genocidio infiltró y modificó aun a las comunidades más rurales, este ensayo explora como el genocidio de Ruanda afectó desproporcionadamente a las mujeres y a las niñas; y cómo sus consecuencias distintas para las mujeres y las niñas afectó la gobernanza y los mecanismos de derechos humanos en Ruanda y en toda la región de allí en adelante.
Propaganda contra las mujeres Tutsi
La propaganda que reforzó la enemistad entre los Hutu y los Tutsi jugó un papel clave en galvanizar los Hutu hasta llegar a ser genocidaires (genocidas). Mucha de la propaganda presentó como villanas a las mujeres Tutsi específicamente, las caracterizaba como seductoras engañosas, valiéndose de estereotipos culturales preexistentes, y cuyas raíces se formaron en el pasado colonial de Ruanda (vea History.com Editors, 2019). A todos los Tutsi los veían como algún tipo de agente traidor del gobierno, y a las mujeres Tutsi las veían como herramientas de los hombres Tutsi usadas para infiltrar a la sociedad Hutu (Green, 2002, p. 747). Este sentimiento fue ejemplificado en lo que se conoció como los 10 Mandamientos Hutu, los cuales fueron publicados por primera vez en el periódico popular llamado KanguraLos Mandamientos en total fomentan la idea que todos los asuntos del gobierno, sin importancia al tamaño, solo se deben llevar a cabo por un Hutu. Aún más, los primeros tres mandamientos se dirigen específicamente a las mujeres Tutsi:
- Todo Hutu debe recordar que una mujer Tutsi, sea quien sea, trabaja por el interés de la etnia tutsi. Como resultado consideraremos traidor a cualquier Hutu que:
- Despose una mujer tutsi
- Mantenga amistad con una mujer Tutsi
- Emplee como secretaria o tenga una amante tutsi
- Todo Hutu debe saber que nuestras hijas Hutu son más adecuadas y más conscientes de su rol como mujeres y madres de familia. ¿No son acaso hermosas, buenas secretarias y más honestas?
- Mujeres Hutu: permaneced vigilantes y tratad de devolver la razón a vuestros maridos, hermanos e hijos (Muiña Fano, 2017)
En estos tres mandamientos es claro el intento de la sociedad Hutu a proteger a los hombres y a las familias Hutu del agarre destructivo de las mujeres Tutsi. Este paradigma hizo que las mujeres Tutsi durante el genocidio fueran un objetivo muy importante.
Violencia sexual
Una de las maneras más obvias, y quizás esperada, en que las mujeres y las niñas fueron desproporcionadamente afectada por el genocidio fue por ser víctimas de violaciones y abusos sexuales. Algunas personas estiman que ocurrieron entre 250.000 y 500.000 violaciones durante el genocidio (Green, 2002, p. 751). La propaganda del genocidio redujo a las mujeres Tutsi hasta su sexualidad y las acusó a usar su sexualidad para engañar a los hombres Hutu. Dado el ambiente de odio y violencia, estas percepciones dirigieron a una curiosidad entre los perpetradores Hutu. La combinación del tabú rodeando la interacción con las mujeres Tutsi y la manera extrema en que los estereotipos Hutu las sexualizaron contribuyó a muchos genocidaires Hutu usando el conflicto como una oportunidad de probar la veracidad de sus nociones preconcebidas acerca de las mujeres Tutsi por aprovechar de ellas.
Las sobrevivientes de la violación han recontado declaraciones de sus violadores como:
Queremos ver qué dulces son las mujeres Tutsi.
Ustedes las mujeres Tutsi creen que son demasiado buenas para nosotros.
Queremos ver si una mujer Tutsi es como una mujer Hutu.
Si fuera paz usted nunca me habría aceptado. (Green, 2002, pág.749)
En estas declaraciones es fácil ver como la propaganda afectó directamente los métodos con que los genocidaires Hutu eligieron a llevar a cabo el genocidio. Las mujeres y las niñas también fueron víctimas de otros tipos de violencia de género durante el genocidio. Hay reportes de genocidaires mutilando las partes sexuales del cuerpo de las mujeres, humillándolas en público por forzándolas a estar desnudas en público, forzando a las víctimas de violación a matar a sus propios hijos, y otras atrocidades (Green, 2002, p. 751).
El sufrimiento de las mujeres y las niñas durante el genocidio es un poco conspicuo, sin embargo, a menudo dejado sin consideración son las ramificaciones físicas, emocionales, y sociales siguiendo a estas mujeres y niñas después del genocidio. Ciertos aspectos de la cultura Ruandese exacerbaron los efectos negativos del abuso sexual enfrentados por las víctimas femeninas. Los siguientes son algunos ejemplos que Green (2002) delinea de sentimientos culturales de Ruanda rodeando las experiencias de las mujeres y las niñas durante el genocidio. (Descargo de responsabilidad: estos sentimientos culturales eran predominantes en el tiempo del genocidio y pueden ser o no ser verdaderos hoy en día):
- Actos sexuales fueron considerados tabú al hablar de ellos abiertamente y fueron prohibidos fuera de los vínculos del matrimonio. Por eso la violación y otros abusos sexuales produjeron estigmatización y a veces ostracismo, especialmente para las víctimas que salieron embarazadas como resultado de la violación.
- A causa de expectaciones culturales de la virginidad pre-marital, muchas mujeres y niñas solteras quienes fueron víctimas del abuso sexual encontraron dificultades en casarse después del genocidio.
- La fertilidad y el número de hijos que tiene una mujer fueron considerados formas de capital cultural en la sociedad ruandesa. Muchas mujeres y niñas quienes sobrevivieron mutilación física durante el genocidio fueron dejadas incapaces de tener hijos y/o incapaces de cuidar y/o amamantar a los hijos que ya tenían
- La estigmatización que rodeó a las madres solteras y a los hijos de la violación contribuyó a las ocurrencias del aborto y el infanticidio.
Esta combinación de trauma físico y la marginación de la identidad cultural fue reportada por tener efectos psicológicos duraderos para víctimas del abuso sexual. Siguiendo el genocidio, muchas víctimas fueron conocidas por huir de sus pueblos y/o exhibir instabilidad mental (Degni-Ségui, 1996). Estas atrocidades no solo afectaron a las mujeres y a las niñas individuamente, pero también impactaron el estado de la nación entera, dado que solo dos años después del genocidio la población ruandesa fue estimada ser 70 por ciento femeninoShattered Lives, 1996).
Las mujeres Hutu como combatientes
A menudo es pasado por alto es el papel de las mujeres Hutu en la facilitación y participación en el genocidio. Este descuido está estrechamente relacionado con la disonancia cognitiva cultural en la sociedad ruandesa en cuanto a lo que es considerado un fenómeno contradictorio. Es difícil, bajo paradigmas culturales ruandeses, reconciliar la idea de una mujer como pacificadora, cuidadora y madre con la de una asesina y genocidaire (Brown, 2014, pág. 451).
Muchas perpetradoras femeninas afirman que su participación en el genocidio fue resultada de la coerción o la fuerza, tanto directa como indirecta, aunque esta evaluación fue negada por algunas víctimas. Cualquiera que sea el caso, las mujeres Hutu fueron reportadas por haber participado en el genocidio en cuestiones periféricas como por ejemplo revelar locaciones de Tutsis escondidos, y directamente mediante la participación en la violación de niños Tutsi (Brown, 2014, pág. 458-459).
La reticencia de aceptar esta realidad, o quizás la incapacidad para comprenderla, hizo que la integración después del genocidio de las genocidaires femeninas fue bastante fluida. Muchas perpetradoras femeninas no fueron obligadas a pasar por los procesos de rehabilitación o reintegración (Brown, 2014, p. 462) que fueron requeridos de sus colegas masculinos.
Sin embargo, la ausencia de un cambio ideológico facilitado, como el que sería obtenido por medio de un proceso formal de rehabilitación, puede ser problemático. Dado la posición de la mujer ruandesa como madre y cuidadora de niños, sería muy fácil para las genocidaires femeninas a diseminar sus ideologías divisivas a la generación más joven (Brown, 2014, pág. 462).
La Gobernanza y los Derechos Humanos
Además de los efectos explorados arriba, el genocidio de Ruanda también afectó la gobernanza y los mecanismos de derechos humanos en Ruanda y por toda la región africana. En el tiempo del genocidio de Ruanda, habían dos convenciones mayores de derechos humanos referente a las mujeres y las niñas que fueron ratificadas por Ruanda: la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) y la Convención sobre los Derechos del Niño (CRC).
Ambas convenciones son parte de mecanismos de derechos humanos universales. La Carta Africana sobre los Derechos y el Bienestar del Niño (ACRWC), aunque fue firmada por Ruanda en 1991, no fue ratificada hasta 2001 (después del genocidio). A pesar de su existencia, tanto CEDAW como CRC ni mencionan el tema de la violencia de género. Tanto CRC como ACRWC afirman la responsabilidad de gobiernos a proteger a los niños del abuso sexual y explotación, sin embargo, solo ACRWC aborda
las prácticas sociales y culturales perjudiciales que afecten el bienestar, la dignidad, el desarrollo normal y el crecimiento del niño, y en especial: … aquellas costumbres y prácticas discriminatorias para el niño por razones de sexo o de otra índole (1999).
Queda claro que los mecanismos de derechos humanos relevante a Ruanda en el tiempo del genocidio fueron gravemente mal equipados para encargarse de las consecuencias perjudiciales del genocidio sufrido por las mujeres y las niñas ruandesas.
Sin embargo, el genocidio de Ruanda fue un catalizador para cambios mayores en la arena de derechos humanos africanos. La anterior Organización de Unidad Africano (OAU) tuvo una política de no interferir que fue criticado mucho. Es probable que la política fue parcialmente en respuesta a la historia colonial de África y un esfuerzo a tener el máximo respeto por la soberanía de los estados. Sin embargo, muchos argumentan que la política contribuyó a inestabilidad política y golpes militares frecuentes en todo el continente, así como un patrón de guerras civiles sin interrupción ni ayuda.(Edo & Olanrewaju, 2012, pág. 49-50).
Mas críticas de la OAU incluyeron la ausencia de políticas efectivas de desarrollo e integración económica, cuestiones de financiación dado a la incapacidad de los estados nuevamente independientes a contribuir, y camarillas dentro de la Organización basadas en antiguos lazos coloniales (Edo & Olanrewaju, 2012, pág. 51). Esta amalgama de carencias políticas y económicas condujo a la transición de la Organización de Unidad Africana a la Unión Africana.
La Carta Constitutiva de la Unión Africana (de ahora en adelante referida como “La Carta Constitutiva”), escrito y convenido en julio de 2000, dice en su introducción:
Conscientes del hecho de que la plaga de los conflictos en África obstaculiza ahincadamente el desarrollo socioeconómico del continente, y de la necesidad de promover la paz, la seguridad y la estabilidad, condición previa a la ejecución de nuestra agenda por lo que al desarrollo y a la integración se refiere;
explicitando que las crisis humanitarias que han ocurrido en el continente (incluyendo el genocidio de Ruanda) son fuerzas propulsoras al establecimiento de una nueva unión. Aún más, La Carta Constitutiva afirma:
El derecho de la Unión de intervenir en un Estado miembro por decisión de la conferencia, en algunas circunstancias graves, tales como el genocidio; (2000)
A pesar del conocimiento anterior del gobierno acerca del genocidio de Ruanda que venía (vea The Rwandan Patriotic Front2017), cuando empezó el conflicto, la política de no intervenir de la OAU impidió acción exterior, o quizás creó una excusa para su ausencia. Esta provisión en la Carta Constitutiva, que comúnmente se conoce como la doctrina de no indiferencia, claramente es una reacción al genocidio en Ruanda así como tragedias similares por todo el continente.
Además, en apoyo y defensa de esta nueva política, “el embajador ruandés se basó en la historia traumática de su país para argumentar firmemente que la actitud internacional de que las cosas siguen como costumbre no es adecuada y no puede prevalecer,” (Williams, 2007, pág. 276). Aún más, la Carta Constitutiva afirma, brevemente pero inequívocamente, la “promoción de la igualdad entre los hombres y las mujeres;” como uno de los principios de la nueva Unión Africana (2000).
Otra convención cuyo advenimiento seguramente fue influido por los eventos del genocidio en Ruanda es el Protocolo a la Carta Africana sobre Derechos Humanos y de los Pueblos sobre los Derechos de las Mujeres en África, comúnmente conocido como el Protocolo de Maputo.
Este Protocolo fue resultado de una petición hecha por las Mujeres en la Ley y el Desarrollo en África (WiLDAF) que, entre varias otras iniciativas para la igualdad de género., pidió que se hiciera un protocolo a la Carta sobre los Derechos de la Mujer (Wandia, 2004). Dice como razón de su existencia que “las mujeres en África todavía siguen siendo víctimas de la discriminación y las practicas nocivas”Maputo Protocol, 2005).
El Protocolo de Maputo (2005) declara los estados responsables de proteger a las mujeres contra “todas las formas de violencia, particularmente la violencia sexual y verbal” y especifica que la prohibición se aplica a “la violencia que ocurre en privado o en público.” El Protocolo (2005) también afirma que los estados son responsables de castigar perpetradores y proveer “información efectiva, rehabilitación y reparación para las víctimas de violencia contra las mujeres.”
El Protocolo de Maputo es especialmente impresionante por su especificidad dirigiéndose a asuntos pertinentes a los efectos duraderos para las mujeres y las niñas del genocidio de Ruanda. La siguiente lista demuestra esto:
- “En el evento de un conflicto armado, proteger a los civiles incluyendo a las mujeres, sin importar la población a que pertenecen.”Maputo Protocol2005). La especificidad de esta provisión, si hubiera existido durante el genocidio, hubiera protegido a las mujeres Tutsi de la violencia a pesar de la animosidad inter-étnica entre ellas y su gobierno que era mayormente Hutu.
- “Eliminar todos los estereotipos de los libros de texto, los programas de estudios y los medios de comunicación que perpetúan dicho tipo de discriminación;” (Maputo Protocol2005). Como se mencionó arriba, la propaganda por medio de los medios de comunicación jugó un gran papel en la representación como villana y posterior victimización de las mujeres Tutsi, esta provisión prohíbe ese tipo de medios de comunicación. Mas, esta provisión podría (dependiente en su interpretación) eliminar de la educación predominante la vista singular de mujeres como madres y pacificadoras que permitió a muchas genocidaires femeninas evitar consecuencias criminales y sociales después del genocidio.
- “Proteger los derechos reproductivos de las mujeres al autorizar el aborto médico en casos de la agresión sexual, la violación, el incesto, y cuando la continuación del embarazo pone en riesgo la salud mental y física de la madre o la vida de la madre o la del feto” (Maputo Protocol, 2005). Como está dicho arriba, las víctimas de la violación, especialmente las que salieron embarazadas, sufrieron repercusiones inmensas, sociológicas y psicológicas, de sus traumas, a menudo llevándolas al aborto o al infanticidio. Esta provisión proveería abortos medicamente seguros y esperadamente reduciría el infanticidio.
El genocidio de Ruanda también tuvo efectos duraderos sobre las actitudes con respeto al género en el gobierno doméstico. Antes del genocidio, “Las mujeres ruandesas, por la ley, no podían heredar propiedad, abrir un cuento de banco sin el permiso escrito de su esposo y [representaban] solo 5 por ciento de la rama ejecutiva del gobierno…” (Brown, 2014, pág. 450).
En contraste, en 2003, 39 mujeres fueron elegidas para un parlamento de 80 miembros. Esto fue el resultado del sistema de cuota para las mujeres en el gobierno (Burnet, 2008, p. 378) tanto como resultado del sistema de tres-votaciones en que hay una votación general, una votación de las mujeres y una de los jóvenes (Wilber, 2011, p. 66). También hay consejos de mujeres que son elegidos por mujeres para representar sus intereses dentro de la administración gubernamental, así como talleres de género que se implementan en todos los niveles del gobierno (Wilber, 2011, p. 66).
A pesar de todos estos avances en la paridad de género y el énfasis en asuntos especialmente enfrentados por mujeres en el gobierno, hay duda en cuanto a la capacidad representativa actual de estos desarrollos, especialmente para las mujeres rurales para quienes es difícil acceder la votación en cualquier capacidad. (Bennet, 2008, p. 368-369). No obstante, estas críticas tienen más que ver con la forma de gobierno autoritaria de Ruanda que con la igualdad de género.
Conclusiones
Para concluir, el genocidio de Ruanda fue una ocurrencia horrible, especialmente por su expansión fuera del ámbito político hacia la vida comunitaria, y la proximidad con que alcanzó a cada miembro de la sociedad.
El genocidio afectó desproporcionadamente a las mujeres y a las niñas principalmente por medio de la violencia sexual durante el genocidio y los efectos culturales y psicológicos de esa violencia después del genocidio. Sin embargo, el golpe de las tragedias que el genocidio infligió sobre ruandeses y africanos en general cambió dramáticamente los mecanismos de derechos humanos africanos en sus esfuerzos a proteger a las mujeres y a las niñas de ocurrencias similares en el futuro.
Aun más, la cara del gobierno ruandés cambió completamente en los años siguiendo el genocidio, con más mujeres que nunca involucradas en política nacional. Aunque todavía hay mucho trabajo que hacer (por ejemplo, abordando el papel de las genocidaires femeninas), no se puede negar la realidad que la manera en que el genocidio de Ruanda afectó desproporcionadamente a las mujeres y a las niñas catalizó una mejora en las actitudes regionales y nacionales en cuanto a los asuntos de género, y la paridad de género por medio de la gobernanza y los mecanismos de derechos humanos.
Lista de Referencias
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Edo, V. O., & Olanrewaju, M. A. (2012). An Assessment of the Transformation of the Organization of African Unity (O.A.U.) to the African Union (A.U.), 1963-2007. Journal of the Historical Society of Nigeria, 21, 41–69. https://www.jstor.org/stable/41857189
Green, L. L. (2002). Gender Hate Propaganda and Sexual Violence in the Rwandan Genocide: An Argument for Intersectionality in International Law. Columbia Human Rights Law Review, 33(733), 733–776.
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Muiña Fano, V. (2017, February 15). Los diez mandamientos hutu. La Soga. https://lasoga.org/los-diez-mandamientos-hutu/ -
Wandia, M. (2004, June 3). Rights of Women in Africa: Launch of petition to the African Union. Pambazuka News. https://www.pambazuka.org/gender-minorities/rights-women-africa-launch-petition-african-union
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Williams, P. D. (2007). From Non-Intervention to Non-Indifference: The Origins and Development of the African Union’s Security Culture. African Affairs, 106(423), 253–279. https://doi.org/10.1093/afraf/adm001
Biografía de la Autora
Ekeoma Ugo Ezeh es una estudiante de maestría de Derecho Internacional y Derechos humanos de la Universidad para la Paz. Es Licenciad en Economía con especialización en Estudios de Género y Sociología de la Universidad del Estado de Utah. Ugo posee experiencia profesional en diversidad, igualdad e inclusión, y una pasión por igualdad institucional, así como entendimiento intercultural. En su tiempo libre, ella disfruta la lectura, el cine, y el aprendizaje de nuevos idiomas.