Doña Yvonne Clays Spoelders: Una historia inconclusa
Autor: Ronald Castro Fernández
Originally Published at Peace and Conflict Monitor on: 08/11/2009
En
una reciente visita a la sede del Instituto del Servicio Exterior
Manuel María de Peralta tuve la grata experiencia de admirar, en un
sitio privilegiado, la fotografía de Doña Yvonne Clays Spoelders.
Inevitable
fue recordar las palabras escritas por Ricardo Fernández Guardia en
la introducción del libro Nuestros Presidentes de Harold H. Bonilla
(1942): “…bien dice Balzac que hay dos historias, la historia
oficial, mentirosa, la que se enseña, la historia ad usum delphini,
y la historia secreta en que están las verdaderas causas de los
acontecimientos…no suele dejar pruebas escritas y se la llevan a la
tumba los que la urdieron”.
Doña Yvonne vivió
muchos años en el olvido y la necesidad, condenada a dormir el sueño
eterno sin romper el silencio de sus invaluables aportes al país que
adoptó como suyo y en el cual eligió morir. Dichosamente, un
selecto grupo de hombres y mujeres dignificaron sus últimos años,
recogieron y plasmaron en papel, para las generaciones presentes y
futuras, sus memorias.
Doña Yvonne nació
en Bélgica, país que acogió a Don Rafael Angel Calderón Guardia
como estudiante de medicina. Allá se conocieron y contrajeron
matrimonio en julio de 1927, pocos meses después se establecieron en
Costa Rica, donde muy pronto su esposo descolló como médico y
político.
Años después, el
Dr. Calderón Guardia fue electo Presidente de la República para el
periodo 1940 – 1944, convirtiéndose Doña Yvonne en Primera Dama.
Simultáneamente, en virtud de su vasta cultura y dotes naturales
para la negociación internacional, participó activamente como la
primera mujer diplomática de Costa Rica. Su labor se enfocó en el
fortalecimiento de la relación bilateral y la diversificación de la
cooperación norteamericana hacia nuestro país durante la Segunda
Guerra Mundial.
En ese sentido, es
importante recordar que el 7 de diciembre de 1941, la base
estadounidense de Pearl Harbor sufrió el ataque de la aviación
japonesa. La administración Calderón Guardia, con base en los
tratados de solidaridad continental, declaró la guerra al imperio
nipón el 8 de diciembre de 1941 y a Alemania e Italia tres días
después. Nuestro jardín de paz fue el primer país americano que
entró en guerra contra una de las potencias del eje.
Esa nueva realidad
geopolítica junto a la sólida amistad que Doña Yvonne forjó con
Eleanor y Franklin Roosevelt, así con el Subsecretario de Estado,
Summer Welles, le permitieron encontrar las puertas de Washington
siempre abiertas para beneficio de Costa Rica.
Ejemplo del éxito
de sus gestiones, es el apoyo de los Estados Unidos que obtuvo Doña
Yvonne para el establecimiento, en Costa Rica, de la sede del
Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas (IICA). Hecho que
motivó a otros países del continente a sumarse y aprobar esta
iniciativa en la Unión Panamericana (antecesora de la actual
Organización de Estados Americanos). En 1943, con la presencia del
Vicepresidente de los Estados Unidos, Henry Wallace, se inauguró el
edificio ubicado en Turrialba.
Además,
ese mismo año, gracias a la decidida participación de Doña Yvonne,
vino al país el ex Primer Ministro belga Paul van Zeeland, quien
asesoró al gobierno sobre temas relativos a la gran Reforma Social
de esos años y recibió el primer Doctorado Honoris Causa que otorgó
la recién abierta Universidad de Costa Rica.
En el
ámbito cultural, Doña Yvonne lideró un grupo de distinguidas
personas con el propósito de fundar la Orquesta Sinfónica
Nacional. Deleite de los costarricenses gracias a sus giras a las
comunidades y presentaciones en el Teatro Nacional, escenario donde
ofreció su primer concierto a finales de 1940.
Concluidos el
gobierno y su matrimonio, sobre la vida de Doña Yvonne cayó un
grueso telón de indiferencia que la invisibilizó y llenó su
existencia de innumerables angustias.
El 11 de febrero de
1994, Doña Yvonne Clays Spoelders, belga por nacimiento y tica por
amor a esta patria, partió de este mundo.
Para ella una
historia: la verdadera y meridiana, que eleve su nombre al lugar que
legítimamente le corresponde en los anales de Costa Rica.
Footnote:
Bio: Ronald Castro Fernández; Alajuela, 7 de agosto, 2009