¿Se les deben reparaciones a los ciudadanos nigerianos?
Autora: Ananya Shukla
Traducido al español por Florencia Prieto de Santis
Fue en 1984 cuando los escuadrones antirrobo en Nigeria comenzaron a existir por separado de la Fuerza de Policía de Nigeria; el SARS (Escuadrón Especial Antirrobo), el Escuadrón Anti-Robo de Nigeria se formó en 1992. El propósito detrás de la creación de esta unidad era hacer frente a los casos de rápido aumento de delitos violentos como el robo y el secuestro. Durante los primeros años de formación de esta fuerza, tuvo éxito en reducir drásticamente el número de estos crímenes. Los primeros días de la unidad del SARS vieron a los oficiales operando encubiertos, vestidos de civil y sin armas en el público. Sus poderes incluían el arresto, la investigación y el enjuiciamiento de sospechosos.
Gradualmente, instigada por sus nuevos poderes, el modus operandi encubierto de esta unidad cambió, comenzó a portar armas en público, extorsionando a civiles y se convirtió en responsable de un abuso generalizado de poder. Plantear el alcance de este abuso de poder como impactante sería un eufemismo; eran innegablemente aborrecibles. Los oficiales de esta unidad extorsionarían, atacarían, acosarían y matarían a ciudadanos inocentes por mera suspicionsospecha: alguien que simplemente llevara una computadora portátil o condujera un automóvil podría ser sometido a tal sospecha y ser detenido.
El informe del 2016 Report titulado "Has firmado tu sentencia de muerte" de Amnistía Internacional es un documento clave que puso de relieve los horrores y la difícil situación de los ciudadanos. A lo largo de la historia, hubo una gran cantidad de voces levantadas contra esta cadena de injusticia cometida contra las personas, pero tales voces no pudieron impulsar un cambio durante mucho tiempo. Las organizaciones internacionales y los defensores de los derechos humanos continuaron denunciando estos casos de brutalidad, pero aquellos que en realidad eran responsables no tuvieron repercusiones.
En 2017, se lanzó una campaña en las redes sociales llamada #EndSARS documentó el abuso por parte de la unidad y pidió su revisión. Esto desencadenó una serie de protestas y la razón subyacente de estas protestas no fue simplemente la brutalidad policial, sino que fue más bien un sistema devorado por la bancarrota moral. Fue en octubre de 2020 cuando el movimiento #EndSARS se volvió globalBajo una creciente presión para disolver el escuadrón, la Fuerza de Policía de Nigeria anunció el 11 de octubre de 2020 announced que la unidad del SARS había sido disuelta.
Sin embargo, la pregunta es si tal disolución es suficiente para deshacer la injusticia cometida contra los civiles durante tres décadas. Se puede decir con absoluta certeza que este abuso sistémico y brutalidad policial violation ha violado numerosos instrumentos y convenciones internacionales que protegen los derechos humanos.
El problema radica en dos frentes: asumir la rendición de cuentas y garantizar que no haya repetición, la segunda solo se puede lograr cuando se aborda la primera. Casi inmediatamente después de la disolución del SARS, se anunció una nueva unidad para llevar a cabo sus funciones announcedSWAT (Armas y tácticas especiales). Esto fue criticado agresivamente criticado por la población nigeriana, alegando que era un mero refuerzo de los horrores bajo un nombre diferente, no un cambio real.
Nigeria también es parte en las Naciones Unidas y debe respetar el derecho de las víctimas "derecho a beneficiarse de recursos y reparaciones. El hecho de esta cuestión es el principio de deshacer la injusticia, no particularmente las cuestiones materiales sobre la cantidad de reparaciones debidas y a quién.
De hecho, las víctimas pueden reclamar reparaciones a causa de los abusos perpetrados contra ellas. La cuestión La cuestión de la indemnización para las personas que han sufrido durante decenios es motivo de grave preocupación. No es simplemente importante por el valor monetario, se busca porque sirve three para tres propósitos. En primer lugar, la asistencia financiera prestada directamente a las víctimas, en segundo lugar, el reconocimiento que conlleva, y, en tercer lugar, que actúa como elemento disuasorio de tales casos de abuso en el futuro.
Los responsables de estos brutales delitos en Nigeria están lejos de ser castigados, ni siquiera han sido identificados. En cambio, los agentes de la unidad en cuestión han sido reintegrados a otras fuerzas de la policía nigeriana. Los autores de los abusos no han rendido cuentas ni se han aplicado medidas punitivas estrictas contra ellos. Lo que se espera es una rendición de cuentas seguida de consecuencias legales de las violaciones, como el cese, las garantías de no repetición y las reparaciones, a fin de garantizar la justicia.
Biografía de la autora
Ananya Shukla es estudiante de pregrado en la Universidad Nacional de Derecho de Chanakya, India. Sus intereses se encuentran en diferentes áreas del derecho y la política pública.