La seguridad humana de los pueblos indígenas en Mindanao: Desafíos y Perspectivas
Autor: Johnson K. Badawi
Traducido al español por Silvana Gordillo González
Introducción
El discurso y práctica de la seguridad humana ha ganado mucha atención durante los últimos años. Este novedoso concepto ha cambiado la manera como definimos la seguridad: de un enfoque centralizado en el estado a una comprensión más holística de la seguridad que da prioridad a los seres humanos y a la humanidad (Gasper, 2006).
Con sus pilares en la protección y empoderamiento, la seguridad humana enfatiza un principio centrado en las personas resaltando la inclusión y la participación en su enfoque (UNTFHS, 2016). Si bien esto ha sido practicado y documentado por organizaciones internacionales y gobiernos donantes que abogan por la seguridad humana (Hernandez, Kim, Mine, & Xiao, 2018), aún existen brechas en el cumplimiento de la promesa de inclusión, especialmente para las comunidades vulnerables minoritarias. Esto es especialmente cierto en el caso de los Pueblos Indígenas (PP.II.).
Actualmente, hay poca literatura que enlace la seguridad humana y los Pueblos Indígenas. La práctica documentada de la seguridad humana para los Pueblos Indígenas también ha sido limitada. Esto es de primordial relevancia considerando la gran amenaza de la globalización y la modernización sobre la seguridad general de estos grupos vulnerables (Allen, 2006; Nathan, Kelkar, & Walter, 2004). Por lo tanto, este documento pretende extender la retórica inclusiva de la seguridad humana investigando la situación desfavorable de los Pueblos Indígenas en Mindanao y explorando cómo integrar la seguridad humana en las intervenciones. Los antecedentes del caso serán explicados en detalle. A esto le seguirá un examen de los desafíos de los PP. II. en relación a la libertad del miedo, de la necesidad y de vivir dignamente. Finalmente, se explorarán las oportunidades de implementación del enfoque de seguridad humana.
La Seguridad Humana y los Lumad en Mindanao
La seguridad humana como enfoque complementario del concepto tradicional de seguridad ha ganado una importancia considerable a nivel internacional (Gazizullin, 2016). La Organización de las Naciones Unidas (ONU) jugó un papel importante en su desarrollo conceptual, apoyo, legitimación y codificación, e implementación (MacFarlane, 2014). Desde el Informe de Desarrollo Humano de 1994 publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la seguridad humana como concepto fue formalmente presentada a la comunidad internacional.
Este informe definió de manera general la seguridad humana como la “libertad del miedo” o violencia física directa, y la “libertad de la necesidad” o violencia indirecta y no física o estructural (Commission on Human Security, 2003). Particularmente, esta tiene 7 áreas que incluyen economía, alimentación, salud, medio ambiente, comunidad y política. En 2003, un informe de la ONU enfatizó el propósito de la seguridad humana: proteger el núcleo vital de todas las vidas humanas de manera que mejoren las libertades humanas y la realización humana. Dos años más tarde, Kofi Annan incorporó la “libertad de vivir dignamente” como uno de los principios más importantes de la seguridad humana (Annan, 2005). Si bien este concepto no es completamente nuevo, allanó el camino hacia una seguridad holística más formalizada que prioriza la vida y la humanidad.
A pesar del marco ideal de seguridad asociado con este nuevo concepto, la seguridad humana no está exenta de desafíos (Muguruza, 2007). Uno de los principales obstáculos es tomar un enfoque convencional con Pueblos Indígenas quienes están privados de las tres libertades amparadas por la seguridad humana. Esta brecha es evidente en las experiencias de vida de los PP. II. en Mindanao, Filipinas.
Los Pueblos Indígenas representan un 12-17% de la población total de las Filipinas. De este número, 61% de ellos se encuentran en Mindanao (National Commission on Indigenous Peoples, 2009). Junto con los Moros y Cristianos, forman parte del grupo tripartita en Mindanao. Ellos constituyen entre 12 y 13 millones de la población. En total existen alrededor de 18 grupos Lumad los cuales incluyen a los Subanen, B’laan, Mandaya, Higaonon, Banwaon, Talaandig, Ubo, Manobo, T’boli, Tiruray, Bagobo, Tagakaolo, Dibabawon, Mangaungan, y Mansaka (La Vina, 2015).
Estos PP. II. en Mindanao son conocidos cultural y colectivamente como “Lumad”, que es un término local Cebuano que significa “nacido de la tierra, “nativo, o indígena” (Gloria & Magpayo, 1997). Este nombre describe de manera apropiada estos grupos vulnerables; ellos son los habitantes originales de la isla. Ellos existían antes de la época de la colonia. Los Lumad son en gran parte minorías étnicas animistas que conservaron sus creencias y tradiciones (Rodil, 1993). En comparación con sus homólogos etnolingüísticos los Moros, ellos han mantenido sus prácticas indígenas y han resistido la conversión al Islam o al Cristianismo.
La historia de Mindanao está marcada por una ola generalizada de migración local. La llegada de nuevos pobladores habría invadido los territorios de los Lumad y los habría desplazado de las tierras bajas a tierras altas. Esta movilización local junto con las colonizaciones española y americana resultaron en un refugio forzoso en lugares remotos tales como las laderas de las montañas. La actitud amigable de los Lumad hacia los forasteros y su supresión inicial del agravio permitió el ciclo continuo de invasión y desplazamiento.
Aunque esto es generalmente cierto entre los Lumad en Mindanao, la situación de los PP. II en el Mindanao musulmán es especialmente interesante. Coronel-Ferrer (2012) denotó la considerable población de Lumads en la región musulmana de Mindanao, la mayoría de ellos pertenecen al grupo Teduray. El reclamo de los Moros por autodeterminación y mayor autonomía había excluido a los Lumad quienes tienen una petición igualmente valiosa como aborígenes y propietarios de dominios ancestrales. En general, se ven afectados negativamente por los diferentes desafíos de seguridad humana asociados con conflictos locales.
Desafíos hacia las “libertades” entre los Lumad
En el núcleo de la seguridad humana está el alcance de la libertad del miedo, de la necesidad y de vivir dignamente (UNTFHS, 2016). Entre los Lumad, el alcance de estas tres libertades representa un gran reto dada su condición de vulnerabilidad. A diferencia de muchos Filipinos, la manera como ellos sufren las inseguridades es más aguda. Por ejemplo, los Lumads están injustamente atrapados en el conflicto entre el gobierno y los grupos comunistas armados (Fonbuena, 2015; Ferrie, 2016). Esto es particularmente frecuente con los Lumads en las regiones del Norte y Davao. Ellos son estigmatizados o asociados con favorecer y reclutar para el Nuevo Ejército del Pueblo (Gamil, 2017). En consecuencia, las violaciones a los derechos humanos son comunes (Office of the High Commissioner on Human Rights, 2017). Esto incluye arrestos y detenciones ilegales. McClure (2018) señaló que el hostigamiento y el asesinato de los líderes de las tribus también es frecuente. Entonces, se incrementa la militarización lo cual desencadena el ciclo de violencia.
La apropiación de la tierra y la extracción han impactado los territorios y vidas de los Lumad. El crecimiento de la minería y de otras compañías obsesionadas con los recursos naturales han explotado y dañado las formas de sustento. Aunque activistas y defensores ambientales han resistido el continuo interés de empresas privadas, esto ha demostrado ser inútil y peligroso (Aspinwall, 2019; Simbulan, 2016). Muchos de ellos se enfrentaron a las armas de grupos armados privados. Combinado con la militarización activa y la represión del estado, esto ha resultado en el desplazamiento forzoso (Molintas, 2006). Los Lumad son obligados a evacuar sus territorios y vivir temporalmente en refugios de evacuación en condiciones inhumanas. Como ellos no están acostumbrados al estilo de vida de las grandes ciudades, su bienestar general se ve afectado.
Igualmente, este es el caso de los Lumads en el área musulmana de Mindanao. Ellos son víctimas de enfrentamientos militares entre clanes locales y grupos separatistas del Frente Islámico de Liberación Mora (MILF, por sus siglas en inglés). Un reciente intercambio de disparos al sur de Upi, Maguindánao causó el desplazamiento de más de 900 familias (Arguillas, 2020). Asimismo, la prevalencia de la apropiación de tierras y el hostigamiento ha causado miedo entre los grupos Lumad. Esta última evacuación de los Lumad es especialmente importante considerando la amenaza actual del COVID-19. Con condiciones de salud desfavorables y servicios de salud pública deficientes para los Lumad, ellos se encuentran en una posición de desventaja.
Los desafíos relacionados a la libertad de la necesidad van en aumento. En general, hay una evidente insuficiencia de infraestructuras básicas y prestación de servicios sociales. Un número significativo de Lumads viven en Áreas Geográficamente Aisladas y Desfavorecidas o GIDA (por sus siglas en inglés) las cuales de acuerdo con el Departamento de Salud son “comunidades con población físicamente marginadas y socio económicamente separadas de la sociedad común o aquellas comunidades que están aisladas por la distancia, condiciones climáticas y dificultades en el transporte y con alta incidencia en la pobreza y presencia del sector vulnerable, comunidades que están o se están recuperando de una situación de crisis o conflicto armado”.
Dado el constante desplazamiento (y las desigualdades estructurales), el sustento y el desarrollo de los Lumad se ve afectado de manera negativa. En un informe del Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno (2003), se encontró que incluso antes del desplazamiento, la alta incidencia de pobreza restringía el acceso al sustento, y ya existían niveles de vida inadecuados. El conflicto y su consecuente desplazamiento agudizaron la pérdida y el daño de las propiedades y de la vida. La agricultura es la fuente más común de ingresos, pero dada la constante movilización, se ven obligados a abandonar sus tierras fértiles.
El desplazamiento también ha tendido un impacto posterior en la seguridad alimentaria de los Lumad, dado que no son bien compensados después de regresar a sus comunidades. En cuanto al acceso al agua, solo el 23% tiene acceso a fuentes de nivel III, que es la mejor fuente de agua (Asian Development Bank, 2002). Esto quiere decir que la mayoría de los hogares depende de pozos privados y recolectores de agua lluvia. Esta brecha en el desarrollo tiene una conexión compleja con el deterioro de la salud de los Lumad. Manalac (2016) reportó el mal estado de la salud pública entre los Pueblos Indígenas. Ciertamente, hay problemas claros: servicios básicos de salud inaccesibles, políticas de salud débiles y culturalmente insensibles, y malnutrición prevalente.
El aislamiento geográfico de los Lumad combinado con la alta incidencia de pobreza reducen la calidad de la educación de los niños y jóvenes. De hecho, en comparación con sus homólogos en Luzon y Visayas, el 41% de los niños Lumad no asisten a la escuela y recibieron educación de baja calidad. Aquellas escuelas que operan enfrentan problemas de insuficiencia de profesores e instalaciones de aprendizaje. Algunos estudiantes adolescentes Lumad que asisten a la escuela secundaria tienen que caminar varios kilómetros. Las tasas de deserción también son altas debido al bajo rendimiento académico provocado por la falta de una alimentación adecuada y materiales escolares. Con el desplazamiento, interrupciones escolares y un entorno inseguro, el impacto en la educación es mucho más agudo. La estigmatización de las comunidades también incluye los espacios de aprendizaje de los niños. En consecuencia, el gobierno, a través del Departamento de Educación, ha pedido el cierre de escuelas presuntamente asociadas con el Nuevo Ejército del Pueblo (Palo, 2019).
Todas las inseguridades explicadas anteriormente son factores contribuyentes que amenazan la libertad de los Lumad a vivir con dignidad. Pero además de estas, la notable discriminación y exclusión de los Lumad ha impactado su estima individual y colectiva. La incidencia de estos tratamientos sociales negativos ha sido documentada (TEBTEBBA, n.d.).
Por ejemplo, el matoneo y la discriminación en las escuelas ha sido común para los niños y adolescentes Lumad. Esta es en consecuencia una de las razones por las que la tasa de deserción es alta (Daley, 2014). Algunos grupos Lumad tienen rasgos físicos distintivos y formas de vestir que los hacen sobresalir en público. Por consiguiente, su imagen “inusual” es fácilmente identificada y discriminada.
De igual manera, la significativa apropiación de tierras de su dominio ancestral resulta en una invasión cultural. Los Lumad tienen un fuerte conexión de identidad con sus ubicaciones geográficas (Ballaran, 2018; Paredes, 2016). Su manera de vivir y la preservación de su legado se ve ampliamente afectado por las acciones del gobierno y corporaciones privadas (Molintas, 2006). Estas brechas para alcanzar la libertad del miedo, de la necesidad y de vivir dignamente están interconectadas en una red enmarañada. Por lo tanto, abordarlas requiere un replanteamiento profundo de los enfoques de la seguridad humana para que se consideren estas complejidades y sensibilidades culturales.
Oportunidades para la Integración de la Seguridad Humana
El siguiente punto crítico de la discusión está centrado en la implementación del enfoque de seguridad humana, su integración, y los mecanismos internacionales, regionales y nacionales existentes a los que se pueden acudir para facilitar el discurso y práctica de la seguridad humana en las comunidades Lumad.
Si bien el Informe de Desarrollo Humando de 1994 del PNUD es comúnmente reconocido por la introducción de la seguridad humana al panorama mundial, es la Comisión sobre Seguridad Humana la que desarrolló los enfoques para su adopción. El informe de Human Security Now (2003) sugirió políticas detalladas que los gobiernos nacionales pueden instaurar. Un documento más reciente (Human Security Handbook 2016) del Fondo Fiduciario de las Naciones Unidas para la Seguridad Humana aludió a la integración de la seguridad humana para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y otras prioridades globales.
Este completo manual pretende proporcionar un “proceso analítico paso a paso para el diseño e implementación de iniciativas de seguridad humana y guías para evaluar el valor agregado del enfoque”. El potencial para integrar la seguridad humana entre los Lumad girará en torno a estas recomendaciones. Se debe prestar especial atención a las dimensiones de protección y empoderamiento.
El enfoque de protección es un proceso de arriba hacia abajo que defiende los derechos y libertades básicos. Esto incluye la protección de amenazas tales como conflictos violentos, enfermedades, terrorismo y crisis financiera, entre otros (Commission on Human Security, 2003). Si bien todos estos son importantes, el conflicto armado acompañado del desplazamiento forzoso ha marcado premura en el caso de los Lumad. Para abordar esto, el gobierno debe incorporarlo en la agenda de seguridad humana y concentrarse en la protección de los derechos humanos (UNTFHS, 2016). Esto implica que los derechos fundamentales de las comunidades vulnerables deben ser salvaguardados por todos los medios posibles que difieran de la respuesta militar.
El estado está incapacitado para proteger completamente a los Lumad; a menudo, las instituciones estatales son culpables de violencia directa, estructural y cultural. Aunque la Responsabilidad de Proteger (R2P) es inverosímil en este caso, su aspecto de protección puede tener una influencia potencial. Pitsuwan et ál (2014) fomentó el discurso de la inclusión de R2P en la ASEAN, que es coherente con el derecho internacional y los mecanismos e instrumentos existentes de la ASEAN.
A nivel nacional, la Ley de los Derechos de los Pueblos Indígenas (IPRA, por sus siglas en inglés) va de la mano con la seguridad humana, especialmente en la promoción de la justicia social y los derechos humanos. Esto garantiza el derecho de los pueblos indígenas al disfrute de la vida, la protección igualitaria, y el derecho a la paz y a la justicia social, entre otros. En particular, la sección 22 del IPRA enuncia el derecho de los pueblos indígenas a la protección y la seguridad especial durante conflictos armados. Esta ley debe ser revisada y defendida para cumplir la promesa del Estado de instaurar mecanismos de protección de acuerdo con los estándares internacionales. Organizaciones no gubernamentales e iniciativas han desplegado programas de respuesta humanitaria y protección. Por ejemplo, el Protection Cluster Philippines ha sido activo en la respuesta a los desplazados internos, incluyendo los PP. II. En el área musulmana de Mindanao, la Región Autónoma de Bangsamoro en el Mindanao Musulmán – Respuestas Rápida a Emergencias y Desastres (BARMM – READi, por sus siglas en inglés) habría prestado asistencia a los Lumad desplazados (Arguillas, 2020).
De primordial importancia, el informe de Human Security Now enfatiza en la necesidad del gobierno de priorizar la prevención del conflicto y la construcción de paz como pilares fundamentales de la protección. La Oficina del Asesor Presidencial para la el Proceso de Paz (OPAPP, por sus siglas en inglés) con sus programas anteriores y en curso puede desempeñar un papel importante. El antiguo Secretario Dureza se había pronunciado acerca del rol estratégico de los Lumad en la construcción de paz (OPAPP, 2018).
Los diálogos entre el gobierno y los Lumad pueden abrir espacios para la consulta y la participación sustancial. En el Mindanao musulmán, el Ministerio de Orden Público y Seguridad ha iniciado sus programas de desarrollo de capacidades para la prevención y resolución de conflictos (Sunstar Zamboanga, 2020). El Ministerio puede ampliar su alcance al incluir los problemas que afectan a los Lumad. Por ejemplo, las tribus Teduray y Higaonon han documentado formas de resolver conflictos (Rodil R. B., 2020; Ragandang, 2017). Sin embargo, estas prácticas locales no deben ser idealizadas. Estas deben ser consideradas cuidadosamente para su integración al estilo establecido de construcción de paz del gobierno nacional.
Una integración holística de la seguridad humana necesita un enfoque de abajo hacia arriba que movilice a los individuos e instituciones fundamentales. Por lo tanto, para reforzar mutuamente la protección, se debe integrar el empoderamiento de las comunidades Lumad. La Comisión sobre Seguridad Humana (2003) describió empoderamiento como la capacidad de las personas para actuar en su nombre.
Si bien la protección está principalmente encabezada por instituciones formales de alto nivel, el empoderamiento reconoce la importancia de desarrollar la fuerza y el potencial de las comunidades esenciales. Esto no quiere decir, sin embargo, que instituciones externas y de alto nivel no deberían involucrarse. En realidad, ellos son actores importantes que apoyarían a las personas y generarían espacios para la transformación de los Lumad. Por ejemplo, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo tiene una visibilidad notable en el empoderamiento de los Pueblos Indígenas. Ellos han implementado programas para el desarrollo de capacidades para agencias gubernamentales, sociedades civiles y líderes de las tribus de los PP. II. (UNDP, 2010).
El enfoque de empoderamiento es consecuente con la decisión reciente del PNUD de incluir sustancialmente más componentes enfocados en las problemáticas de los Lumad, tales como la protección de tierras ancestrales, la buena gobernanza, y los mecanismos indígenas de construcción de paz (UNDP, 2010).
Organizaciones internacionales y gobiernos donantes pueden también ampliar sus intervenciones de empoderamiento para beneficiar a los Lumad. Por ejemplo, si bien el Banco Asiático de Desarrollo (BAsD) y la Agencia Japonesa de Cooperación Internacional (JICA, por sus siglas en ingles) han sido donantes activos importantes en Mindanao, estas instituciones pueden incluir las problemáticas de los Lumad en su agenda programática. Ishikawa y Quilala (2019) plantearon cómo el pilar del empoderamiento era posible e instrumental en el caso del proceso de paz de Mindanao.
Volviendo al IPRA, esta ley plantea requerimientos para la formulación de un plan de desarrollo que puede ser incorporado a nivel barangay, municipal o regional a través de consejos locales. La Comisión Nacional de lo Pueblos Indígenas (NCIP, por sus siglas en inglés) puede recibir más apoyo para maximizar sus diferentes programas para la participación de los Lumad. Además, los grupos locales de la sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales que trabajan en pro de los Lumad pueden recibir más recursos para continuar con su importante trabajo. Por ejemplo, la organización local, Panaghiusa Alang sa Kaugalingan ug Kalingkawasan Inc (PASAKK), en Agusan del Sur tiene notables programas de abajo hacia arriba para la comunidad Manobo. Otras ONG y OSC pueden movilizarse para adoptar un marco orientado hacia el empoderamiento que resalte la fuerza y la capacidad de los Lumad. De hecho, existen numerosas oportunidades y puntos de entrada que pueden ser explorados para integrar la protección y el empoderamiento de los Lumad en Mindanao.
Conclusión
La difícil situación de los Pueblos Indígenas es causa de preocupación mundial. El caso de los Lumads en Mindanao demuestra los desafíos sistémicos y estructurales de los Pueblos Indígenas. El constante desplazamiento causado por la violencia armada ha afectado significativamente su bienestar holístico. Es entonces necesario superar estos obstáculos y apoyar la paz y el desarrollo de los Lumad.
La seguridad humana es un enfoque potencial que puede aplicarse para resolver dichos problemas. Con sus pilares de protección y empoderamiento, esta facilitará un balance en la asistencia de alto nivel y las acciones fundamentales. Su inclusión tiene altas posibilidades considerando los mecanismos existentes a nivel internacional, regional y local.
Aunque este documento no proporciona una investigación exhaustiva de los desafíos y las oportunidades de la seguridad humana para los Lumads, hace una invitación para ampliar la discusión de incluir e interesar a los Lumad en la creación de soluciones a sus problemas. Atienza (2015) destacó la necesidad de aclarar y contextualizar la seguridad humana a la situación filipina. Este documento responde a ese llamado al examinar los desafíos y posibilidades de la seguridad humana en uno de los grupos marginados en las Filipinas. Sin embargo, el idealismo inclusivo de la seguridad humana es más que un discurso, por el contrario, es un marco de acción sólido que puede traer una transformación positiva a la vida de los Lumad en Mindanao.
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Biografía del autor
Johnson Badawi es un estudiante del programa conjunto ofrecido por la Universidad para la Paz y la Universidad Ateneo de Manila en Ciencias Políticas con enfoque en Política Globa y Estudios de Paz Internacional. Ha trabajado en proyectos humanitarios y de transformación de conflictros en el Sur de filipinas. John ha sevido en diferentes capacidades para proyectos de la Emabaja de los Estados Unidos en Filipinas, ONU Mujer, y la Organización Mundial de la Salud, entre otros. Sus intereses de investigación se enfocan en trauma post conflicto, género contrucción de paz, transformación de conflictos e infraestructuras por la paz.
Todas las opiniones expresadas en este artículo corresponden al autor y bajo ningún motivo pueden considerarse cómo representativas de la posición oficial de la Universidad para la Paz