La intratabilidad del conflicto agrario del Bajo Aguan, retos hacia el establecimiento de la paz
Autora: Josselyn Nohely Estrada Matute
El conflicto agrario del bajo Aguán, a diferencia de la mayoría de los conflictos por tenencia de tierras, no tiene su origen inicialmente en una acción ilegal de despojo. Si no más bien surge desde una reforma jurídica en la constitución de la república de Honduras, la cual afectó directamente la zona del bajo Aguán, negando que anteriormente había sido objeto de reforma agraria, teniendo su fin en 1992 con la apertura otorgada empresas multinacionales para el mercado de tierras (ACNUR, 2017).
La llamada ley de Modernización del sector agrícola, es el elemento jurídico que dinamizó la conflictividad en el agro hondureño, dándole la posibilidad de monopolizar la industria aceitera (CESPAD, 2017), y propiciando así la compra y venta ilegal de tierras, acto que le quitó significativamente la esencia constitucional a la reforma agraria “la prohibición de concentración de tierras en pocas mano” (Constitución de la república de Honduras, 1982).
Ante estas ilegalidades, los campesinos directa e indirectamente afectados (a) en esta zona, se han dispuesto a recuperar sus tierras a lo largo de los años, teniendo su mayor logro de recuperación entre los años 2009-2010, durante y postcrisis electoral, hechos que fueron respondidos por el Estado con militarización y violencia en el departamento de Colon (Vijil & López, 2022).
El conflicto en esta zona, solo ha dejado graves violaciones a derechos humanos, incluidos asesinatos y ataques a la integridad física que involucra a campesinos y personal de las empresas terratenientes (HRW, 2014).
La gravedad de la situación agraria en el país es mucho más complicada de lo que aparenta. Se tuvo que crear una unidad de muertes violentas en el bajo Aguán (UMVIBA) debido a la preocupación por la impunidad en los asesinatos, así mismo en el gobierno de Porfirio Lobo Sosa, el mandatario se comprometió a entregar once mil hectáreas de tierra a los campesinos, no obstante solamente fueron entregados cuatro mil hectáreas (Vijil & López, 2022).
La intervención de organizaciones y defensores de Derechos Humanos ha sido constante e imprescindible en el conflicto más largo de la historia Hondureña, razón por la que ha llegado a ser considerado uno de los conflictos más graves de América Central en los últimos quince años (Villafuerte, 2018).
En febrero del 2022, la Comisión Interinstitucional, visitó la zona del Aguán con el fin de establecer el diálogo entre las partes, ante esto se espera avanzar en las soluciones a través del diálogo abierto y la transparencia (El Heraldo, 2022). Para tal efecto, es necesario analizar la viabilidad de ese diálogo, sin olvidar las causas estructurales, los elementos que se han sumado como sub conflictos y la posición de las partes sobre lo que están dispuestos a ceder.
Por último, se debe determinar si puede cambiar esa concepción de conflicto intratable para lograr establecer la paz en la comunidad campesina, mediante iniciativas integrales.
1. Causas subyacentes en la originalidad del conflicto
Para analizar las causas del conflicto, es necesario hacer referencia a lo que Ramsbothan (2005), menciona sobre los orígenes de los conflictos sociales prolongados. Según él tienen sus orígenes en los intereses y necesidades de los individuos que se visualizan posteriormente en una pertenencia a grupos sociales que reclaman identidad y reconocimiento (Ramsbothan, Woodhouse, & Miall, 2005, pág. 9). Hay que recordar que el conflicto del Bajo Aguán nace desde una cosmovisión de la tierra y su tenencia de forma colectiva, esta visión de identidad propia de los pueblos campesinos, es lo que propicia las primeras diferencias entre las partes.
Desde la promulgación de la reforma agraria, se afectó tierras comunales en su distribución, esta normativa tenía un fin basado en “ideales liberales”, iniciativa que se ha considerado como una respuesta poco efectiva a la solución del problema, ya que solo ha logrado postergar el conflicto (COCOH, S.f).
La falta de atención estatal ante las necesidades de un grupo con identidad propia es la principal causa del conflicto, lo que Ramsbotham llamaría el núcleo del problema, justamente en esa relación entre grupos de identidad y Estado (Ramsbothan, Woodhouse, & Miall, 2005, pág. 9).
En este mismo sentido, haciendo referencia a la teoría de Azar, es lógico pensar en la herencia colonial como problema de polarización entre la sociedad, donde la forma de gobernar se ha basado en ideas de dominación de un grupo reducido hacia otros que solamente responden de una manera apática ante las necesidades de los demás grupos (Ramsbothan, Woodhouse, & Miall, 2005, pág. 9), argumento que podría evidenciarse con la ineficacia de la reforma agraria y la falta de respuestas institucionales a los campesinos en su búsqueda por la restitución de sus derechos colectivos.
La exclusión y la pobreza también juegan un papel fundamental en los orígenes de este conflicto, recordando que los grupos más vulnerables se dedican principalmente a la agricultura. Pese a esta representatividad tan significativa, se les ha dejado excluido en la toma de decisiones respecto a los cambios que ha tenido el agro Hondureño en los últimos años con el reemplazo de la agricultura tradicional por la industrial (CESPAD, 2017), visto desde un punto de vista más profundo, en una sociedad como Honduras, es normal que las decisiones sobre la economía y el desarrollo la tomen quienes están en el poder y llevan consigo el poder de la riqueza, lo que aparentemente es normal y no debería ser motivo de preocupación.
No obstante, en el análisis de las causas profundas de los conflictos refiriéndonos a Galtung (2016), sobre el triángulo de las violencias, puede ser claramente ejemplificado con este caso, cuando se evidencia cómo la violencia estructural (Estado), hace uso de la violencia cultural como medio legitimador de sus acciones, escudado de ese pensamiento liberal sobre el desarrollo y la competencia, que posteriormente es avalado por la cultura Nacional de desigualdad natural común en Honduras, lo que hace que las acciones u omisiones Estatales estén cargadas de razón. (Galtung, 2016).
Es fundamental mencionar la debilidad Institucional como una de las causas más importantes en el origen de este conflicto, se puede demostrar con la falta de respuesta del Estado a los campesinos que fueron fuertemente afectados con la ley de modernización y desarrollo del sector agrícola (1994) y que, por el contrario, benefició otra parte permitiendo agudizar el conflicto.
De la misma forma, se ha visto la inoperatividad del Instituto Nacional Agrario en adelante (INA), el cual carece de presupuesto para dar respuesta a los cientos de solicitudes de parte de los campesinos (ACNUR, 2017).
Las causas subyacentes del conflicto del Bajo Aguán tienen su origen en la exclusión y discriminación de los más pobres en relación con el derecho de acceso a la tierra, donde el poder representa el mayor obstáculo para superar esa causa, justamente porque no existe voluntad política, y exigirla solo manifiesta represión y actitudes hostiles hacia los que se revelan, lo que Galtung llamaba, la institucionalidad de la violencia, representado en acciones que provocan una formalización y repetición de la violencia directa (Galtung, 2016).
2. Actores y partes en el conflicto: elementos catalizadores de la violencia
Uno de los actores más importantes a analizar en este conflicto es el papel que juega el Estado y su institucionalidad, el cual ha sido el encargado desde la aprobación de la reforma agraria hasta la implementación de la ley de modernización y desarrollo agrícola (Vijil & López, 2022), dentro de este actor intervienen diferentes instituciones y organismos.
Es necesario hacer énfasis en el papel que juega el INA, la fuerza pública, que incluye militares, policía nacional y organismos especiales de investigación, el cual han sido el rostro de las persecuciones y perpetradores de violaciones a Derechos Humanos en la zona (Trucchi, 2012) relatadas por las víctimas.
Dentro de las partes reclamantes de las tierras que se encuentran actualmente en manos de empresas y terratenientes, está el Movimiento Unificado campesino del Aguán (MUCA), Este grupo campesino tomó de manera gradual más de 26 fincas que estaban en manos de las agro exportadoras, esta toma de tierras ha convertido al Aguán en el conflicto más duradero de Honduras (CESPAD, 2017).
Dentro del campesinado existen otros grupos como el Movimiento Unificado del Aguán (MUA), Movimiento Auténtico Renovador Campesino del Aguán (MARCA), todos ellos disputan las tierras con los demás actores del conflicto, los terratenientes Miguel Facussé, el cual se posee más de 4,000 hectáreas en exceso solo en el bajo Aguán (Trucchi, 2012), y la empresa Dinant, la cual tiene en posesión tierras que están disputa con los campesinos, el cual ha generado una tensión con el gobierno debido a al cuestionamiento hacia la empresa sobre la legalidad de las tierras, situación que no es aceptada por el corporativo empresario (CESPAD, 2017).
Por último, es necesario resaltar el papel de los medios de comunicación local, el Centro de Estudios para la democracia (CESPAD), y las diferentes organizaciones que son las que han documentado el conflicto agrario a lo largo de los años y denunciado los abusos de poder.
3. Dinámica del desarrollo del conflicto
En un primer término, es necesario tratar la intensidad de este conflicto, haciendo especial énfasis en la tesis planteada por Mitchell (2014), la cual nos ayuda a entender por qué la prolongación de los conflictos se encuentra siempre asociada con los objetivos de quienes los persigue, por lo tanto, buscarán siempre la manera de como defender esos objetivos fundamentales, aun a causa de la violencia (Mitchell, 2014).
En el caso que nos atañe, las empresas y los terratenientes se han apegado a la idea de que la adquisición de tierras se hizo bajo un marco legal normativo en pro del desarrollo (CESPAD, 2017), el cual ha tenido como resultado enfrentamientos violentos por parte de guardias de seguridad de las empresas y fuerza pública contra grupos campesinos (HRW, 2014).
Es necesario mencionar que existen diferentes procesos en los conflictos prolongados que contribuyen a perpetuarlos; la escalada, la polarización y el atrapamiento (Mitchell, 2014), estos tres procesos se pueden identificar en tres escenarios a lo largo del conflicto del Aguán.
Primero, la militarización de la Zona en el bajo Aguán bajo órdenes de la presidencia de Lobo Sosa en 2010, la impunidad en los casos de asesinato de los campesinos (a) y la penetración del crimen organizado, el cual ha servido para mostrar una cara violenta del campesinado debido a la infiltración de estos grupos criminales que afecta directamente a la población en la zona (Vijil & López, 2022).
En segundo término, ha existido una clara polarización en la sociedad campesina, ya que la lucha se ve afectada por la fragmentación de sus fuerzas y la divergencia de sus enfoques e imaginarios colectivos (CESPAD, 2017) lo que debilita las aspiraciones campesinas y dificulta la materialización de una agenda común para el establecimiento de la Paz.
Por último, es necesario resaltar el proceso de atrapamiento, en vinculación directa con ese apego de los líderes a mantener una decisión en pie sin importar las consecuencias, lo que llama Mitchell el atrapamiento psicológico, que solo busca justificar que las decisiones políticas originales fueron las correctas (Mitchell, 2014).
Ante este escenario, es claro que este atrapamiento no se manifiesta en una persona, sino en todas las que han asumido los cargos de liderazgo en Honduras, y que solo han propiciado la escalada en el conflicto en lugar de mitigarla.
El mandato de Porfirio Lobo Sosa fue un claro ejemplo de seguir justificando un marco jurídico que actualmente es ineficiente y ambiguo ante las necesidades de la comunidad campesina, Lobo estableció acuerdos con el MUCA, que cumplió a medias u otros tantos incumplidos (Vijil & López, 2022), dejando nuevamente un escenario de desconfianza.
A partir de estas afirmaciones, según Mitchell, la intratabilidad del proceso puede darse por todos estos elementos y convertirse en sub conflictos (Mitchell, 2014), expresados en el Narcotráfico, impunidad, falta de confianza entre los actores y fragmentación de la sociedad, así mismo, haber dado lugar a los sentimientos de miedo, desconfianza y odio, únicamente perpetúan las dinámicas extremas (Mitchell, 2014), situación que nos lleva a estar más lejos de una solución al conflicto.
4. Consideraciones finales
En cada dinámica que agrava el conflicto debe haber una que lo debilite (Mitchell, 2014), actualmente estamos ante un nuevo contexto político que será necesario aprovechar mediante la apertura política con el Gobierno de Xiomara Castro, para la instalación del diálogo y una comunicación efectiva entre los diferentes actores, todo esto en colaboración estratégica con las organizaciones que han sido veedoras del conflicto.
La violencia engendra numerosos grupos que se benefician de la continuación de la misma (Ramsbothan, Woodhouse, & Miall, 2005), en este caso las empresas de seguridad y la penetración del crimen organizado(Vijil & López, 2022) son beneficiarios de la continuación del conflicto, por lo cual es necesario desmovilizar las estructuras criminales de la zona y establecer acuerdos de cero violencia por parte de las partes y poder identificar los grupos infiltrados.
Los cambios en los contextos pueden tener efectos contundentes (Mitchell, 2014). Ante la una nueva gestión de gobierno que propicia un mayor ambiente de confianza por los temas de su agenda política, es recomendable acercarse a los diferentes grupos involucrados para que establezcan una agenda común de diálogo.
La transformación de los actores y los cambios de liderazgos puede ser crucial para la resolución de los conflictos (Mitchell, 2014), el acercamiento de los actores estatales debe ser aprovechada en ocasión para un reposicionamiento desde la mirada campesina, que ha sido opacada por el sector agroindustrial los últimos años (Vijil & López, 2022), y establecer un balance de poder, dándole voz y participación activa a las víctimas y sector campesino que se encuentra en situación de desventaja ante los demás actores.
La justicia representa un elemento primordial para establecimiento de la paz y la reconciliación (Ramsbothan, Woodhouse, & Miall, 2005), por esta razón se deben investigar las más de 123 muertes violentas y desapariciones forzadas(OPDHA, 2014) que se encuentran en impunidad, mostrar el compromiso de investigación en apego a los estándares internacionales y actuar en colaboración con los familiares de las víctimas.
Se debe apelar por enfoques integradores que incluya redefinir los intereses de las partes, de manera que puedan hacerse compatibles (Ramsbothan, Woodhouse, & Miall, 2005), haciendo una revisión de la actual ley de modernización y la situación jurídica de las tierras, analizar los costos humanos y económicos que implica que siga en vigencia el conflicto. También se debe revisar si los intereses de los campesinos han cambiado hasta la fecha, ya que las tierras no son igual de cultivables que hace diez años.
En conclusión, el Conflicto del Bajo Aguán es uno de los más dolorosos y costosos en vidas y pérdidas económicas en el país, continuar en él, es no avanzar como sociedad en general, por eso es necesario aprovechar la confianza actual y darle un giro al conflicto dándole una oportunidad al establecimiento de la paz.
Lista de referencias
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Biografía de la Autora
Josselyn Nohely Estrada Matute es Abogada egresada de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el valle de Sula (UNAH-VS), con mención honorifica cum laude, ex mootcourista en Derechos Humanos con premio al mejor trabajo escrito (Memorial) en el año 2018, otorgado por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), candidata a master en “Resolución de conflictos Paz y desarrollo” en la Universidad de las Naciones Unidas para la Paz (UPAZ), en San José Costa Rica, actualmente es becaria internacional por el programa de intercambio alemán (DAAD), es voluntaria desde hace más de seis años en organizaciones que tratan temas de paz, seguridad, Derechos Humanos y Democracia en Honduras. Actualmente sigue su línea de investigación en temas de género y Derecho constitucional.